Recuerdo la primera vez que le vi. Fue porque entre nuestras distintas asignaturas, yo letras el ciencias, compartíamos una optativa. Recuerdo que la primera vez que le vi pensé que era un tipo extraño, y quizás fue eso lo que me resultaba atractivo. Lo que le hacía diferente del resto. Recuerdo un día en que esperando en el descanso previo a las clases de la tarde, estando el colegio prácticamente vacío, le vi tumbado en las gradas mirando el cielo. Recuerdo que quise pintarle y recuerdo que me dio vergüenza. Se levantó y se acercó hacia donde yo estaba junto a una chica de su clase. Habló con ella y yo le miré fijamente a la cara escondiendo la mía tras una máscara de indiferencia. Recuerdo como gesticulaba en las exposiciones ante la clase. Recuerdo como todo el mundo hablaba de él diciendo lo raro que era y recuerdo como pensaba que yo no lo veía raro, que lo veía especial. Recuerdo que no entablé una conversación de más de dos palabras con él hasta un año después de haberle conocido, hasta que cayó en mi clase. Recuerdo que alegría y nerviosismo se mezclaron en mi cuerpo, y como encubrí todo bajo mi máscara. Recuerdo que le gustaba una de mis amigas, y recuerdo cómo yo le hablaba animándole a acercarse a ella, recuerdo como me burlaba amistosamente de él cuando podía, recuerdo como intentaba acercarme a él con el pretexto de la amistad. Recuerdo cuando le empezó a gustar otra de mis amigas, y recuerdo como me alegré por ellos cuando empezaron a salir. Recuerdo que cerré con un candado mi corazón, un corazón infantilmente romántico. Recuerdo cuando me contaron que lo hicieron, y como enterré un poco más mis sentimientos. Recuerdo cuando cortaron, y recuerdo cuando me dividí en dos para consolarles. Recuerdo él como para olvidarla a ella se empezó a acercar más a mí. Recuerdo nuestras conversaciones, cuando nos intercambiábamos textos para que cada uno leyese el del otro. Recuerdo cuando intentó acercarse más, y recuerdo como me asusté y huí. Recuerdo como me miró dolido y me preguntó porqué me alejaba. Recuerdo que tras mi máscara de indiferencia le aseguré cobardemente que eso eran alucinaciones suyas. Recuerdo como él se enfadó y se apartó de mí. Recuerdo que cuando lo hizo me llamé tonta. Recuerdo el último día en que nos vimos, el cómo me miraba sin apartar sus ojos de mi y el cómo le prometí que nos veríamos otra vez en el verano para despedirnos antes de que yo me fuese de la ciudad. Recuerdo como no cumplí mi palabra, y recuerdo que desde entonces no lo he vuelto a ver.